Fuente: Siruela

Envuelto en una encuadernación sobria pero muy acorde con el tema que se va a tratar en él, este libro recoge muchas fotos, recortes de periódico, dibujos y mapas de los crímenes más llamativos que hicieron enmudecer a la población desde 1811 a 1911. Un siglo lleno de informaciones que han sido cribadas, seleccionadas y, lo que es más importante, sintetizadas hasta conseguir que cada caso que vamos a leer no ocupe más de una página, con lo que se consigue un ritmo ligero de lectura así como también permite que podamos darnos un respiro entre caso y caso y creedme si os digo que en algunas ocasiones lo necesitaremos.

En estas páginas vamos a encontrar  crímenes de todos los tipos, desde violencia doméstica hasta asesinatos políticos pasando por los crímenes sexuales, el mundo de las bandas y los asesinos en serie. Jack el Destripador es quien nos viene a la mente cuando hablamos de asesino en serie pero aquí vamos a encontrar a auténticos monstruos que no le van para nada a la zaga sino más bien al contrario. También vamos a ser testigos de los inicios de la ciencia forense, de las huellas dactilares, los retratos robot, la observación de lugar del crimen e incluso el uso del telégrafo para atrapar a un criminal. 

El libro se estructura en tres partes que se corresponden con crímenes acaecidos en Europa. Norteamérica y Australia junto con un prólogo y una lista de lecturas complementarias y una tabla donde se recogen todos los crímenes tratados en el libro. 

He intentado hacer una pequeña selección de los casos que me han sobrecogido especialmente como es el caso de Kate Webster quien mató y desmembró a su señora y se la consideraba un símbolo de la maldad femenina. Otro asesino que le tenía gusto al desmembramiento era Hawley Harvey Crippen quien ostenta el dudoso honor de haber cometido el asesinato más famoso del siglo XX cuando mató y desmembró a su esposa cuya cabeza y miembros nunca fueron encontrados.

Un logro muy importante en la historia forense fue la primera vez que la autopsia proporcionó las pistas para establecer la identidad de una víctima y fue gracias a la investigación del crimen que perpetraron Gabrielle Bompard y Michel Eyraud. 

Belle Gunness atraía a los hombres a su propiedad donde los mataba y robaba sus pertenencias; utilizó todo tipo de armas para llevar a cabo los más de 40 asesinatos que recaen en su persona.

Un caso especialmente impactante es el de John Marin y Sarah Makin quienes dirigían una granja de bebés (menudo nombre, ¿verdad?); en ella se encargaban por un módico precio de cuidar a los bebés cuyos padres tenían que trabajar y no podían atenderlos. El problema vino cuando una madre intentó visitar a su hijo y descubrió que había desaparecido al igual que el matrimonio. Poco después, se encontraron los cadáveres de los niños a los que cuidaban, estremecedor.

Los crímenes de Jack el Destripador también tienen su espacio en esta obra junto con Simon Schosteritz quien diez años después de que se cometieran los crímenes de Whitechapel fue el autor en Viena de dos horrendos crímenes que hicieron que se le conociera como el destripador de Viena. En Nueva York también apareció otro asesino que seguía las pautas de el Destripador: Ameer Ben Ali de quien se creyó firmemente que podía ser Jack el Destripador que había cruzado el Atlántico para seguir actuando en otro continente. Ya para finalizar con Jack el Destripador y sus semejantes tenemos a Frederick Bailey Deeming en Australia. Mató a su mujer y sus cuatro hijos y se jactó en prisión de ser Jack el Destripador pero no hay ninguna evidencia de que esto fuera cierto.

 

Fuente: Planeta

Nos encontramos en el mes de junio en Islandia, un lugar donde en verano luce el sol tanto por el día como por la noche. El cadáver de un hombre es encontrado por un turista en una casa que el finado estaba reformando por encargo en Skagafjördur. Después de comprobar su identidad, se descubre que el cuerpo pertenece a Elías  Freysson, un contratista que trabaja en la construcción del túnel que comunicará la aislada Siglufjördur con Hédinsfjördur. Debido a esto,  la policía del lugar requiere la ayuda de la comisaría de Siglufjördur y el comisario Tómas delega esa responsabilidad en el joven Ari Thór. 

Ísrún es una joven periodista que está siendo infravalorada por su jefe quien siempre le encarga noticias menores pero ella es una mujer decidida y no está dispuesta a rendirse. Cuando tiene noticia del hallazgo del cadáver decide abandonar Reikiavik para trasladarse al lugar del crimen e intentar sacar la máxima información posible llegando incluso a investigar por su cuenta.

La novela se estructura en dos partes, divididas a su vez en capítulos numerados, que se corresponden con el día en que aparece el cadáver y el día después. Entre ellas encontramos un breve Interludio que nos lleva a un poco antes de los hechos ese mismo verano. A lo largo de toda la novela encontraremos también partes escritas en cursiva narradas en primera persona por Ísrún cuando recuerda una conversación anterior al suceso. El resto de la novela está relatada por un narrador omnisciente que toma la perspectiva de los distintos personajes para contarnos su historia haciendo que tengamos más información que la que tienen los investigadores y podamos ir formando una teoría en nuestra cabeza, teoría que en mi caso no resultó acertada, no descubrí la verdad hasta que el autor quiso descubrirla, lo que es un punto a favor en este tipo de novelas. El lenguaje que nos vamos a encontrar es sencillo pero cuidado y el ritmo que lo acompaña nos mecerá en una lectura tranquila hasta la parte final del libro en el que se ve acelerado por la naturaleza de los acontecimientos. Si en la novela anterior nos encontrábamos con un paisaje blanco, en esta ocasión vamos a disfrutar de un sol radiante hasta por la noche, solo ensombrecido por las cenizas que envuelven Reikiavik fruto de una reciente erupción volcánica. 

Al igual que ocurría con la primera novela de esta serie, una de las cosas que más destacan de ella y lo que en mi opinión las hace tan especiales es el trato que el autor da a sus personajes. Nos encontraremos un elenco muy variado y a todos ellos se les dará voz para contarnos sus más profundos anhelos y sus peores pesares, siendo así todos ellos protagonistas en mayor o menor medida de la novela. Ari Thór se nos presenta en esta entrega más maduro que en la novela anterior, le han encargado llevar la investigación y no esta dispuesto a dejar escapar esta gran oportunidad de ascender en su carrera  por lo que, a pesar de no estar pasando por su mejor momento personal, se nos mostrará como un investigador metódico, frío, serio y distante cuando tiene que tratar con testigos o sospechosos. Otro personaje a destacar que lleva también gran parte del peso de la trama es la periodista Ísrún; su historia nos intrigará cada vez más según vamos conociendo pequeños retazos de su vida. Es una chica solitaria pero muy decidida que no parará hasta descubrir qué pasó exactamente con Elías Freysson quien, aunque muerto, es otro personaje más de la novela del que iremos descubriendo su personalidad y su pasado gracias a las investigaciones y recuerdos de los demás personajes.

Fuente: Planeta

Jon Bécquer es un antropólogo que junto a su socio Pascual es dueño de Samotracia, una empresa dedicada a encontrar objetos de arte antiguos desaparecidos. Por casualidad pasa unos días en el parador de Santo Estevo y conoce de la existencia de los anillos de nueve obispos, anillos que se encuentran en paradero desconocido. Tan intrigado queda con la historia que no duda en volver unos meses después cuando tiene vacaciones para pasarlas investigando el caso de los anillos desaparecidos. Pero al poco de llegar un cadáver aparece en la huerta del monasterio y Bécquer se verá envuelto en la investigación policial al tiempo que busca pistas sobre los anillos.

En otro hilo temporal nos remontamos a principios del siglo XIX cuando Marina, la protagonista de esta parte de la historia, viaja con su padre a Galicia para ocuparse de los servicios médicos de un monasterio en el que su tío es el abad. Marina ha heredado de su madre el gusto por el uso de las hierbas como medicinas y de su padre el amor al oficio; dedica sus días a ayudar a su padre y al boticario del monasterio pero su condición femenina será un lastre para que pueda conseguir sus más ansiados anhelos. 

Estas dos líneas temporales y argumentales se van alternando durante toda la novela y tienen su nexo en el  monasterio de Santo Estevo que es el escenario en el que se desarrollan ambas tramas. La historia del pasado nos relata la nueva vida de Marina en Galicia, fiel reflejo de lo que suponía en aquella época ser mujer y tener aspiraciones distintas al matrimonio y el cuidado del hogar. También encontramos un amplio retrato de la sociedad de la época y participamos de sus costumbres. Es, sin lugar a dudas, la parte que más me ha gustado del libro.

En la  historia que tiene lugar en el presente acompañamos a Jon Bécquer en sus investigaciones en pos de descubrir qué hay de verdad en la leyenda de los anillos, si estos en realidad existen y, si es así, dónde pueden estar escondidos. Estas pesquisas no pueden evitar cruzarse con la investigación que está llevando a cabo el sargento Xocas para esclarecer la muerte de un hombre en el monasterio por lo que asistiremos también a la investigación policial y a unas conversaciones muy interesantes entre ambos.

La ambientación cobra mucha importancia en la novela como si de un personaje más se tratara. Los escenarios y paisajes en los que se desarrolla la trama son descritos con minuciosidad por la autora quien consigue con ello que podamos formarnos una imagen mental de esos lugares tan misteriosos y bellos.

La prosa de María es elegante, el lector nota que la autora ha cuidado cada detalle de la misma. A pesar de que el ritmo de la novela no es rápido, la narración sí que consigue la agilidad necesaria para mantener el interés del lector.

Con los personajes he tenido sensaciones encontradas: Marina me ha gustado muchísimo, no  me hubiera importado que la novela solo se centrara en su historia mientras que Jon Bécquer no ha conseguido llegarme de la misma forma, no me ha transmitido nada especial; debido a esto leía con mucho entusiasmo la parte del pasado mientras que cuando pasaba al presente las páginas tardaban más en girar en mis manos.

Fuente: Planeta

Los primeros años del siglo XVI en Inglaterra están marcados por la necesidad de que el rey Enrique VIII engendre un heredero varón; su matrimonio con la española Catalina de Aragón está roto y el monarca se ha encaprichado de la joven Ana Bolena, a la que presupone apta para darle su ansiado heredero. El camino que tiene que recorrer Enrique VIII para conseguir su objetivo que no es otro que divorciarse de Catalina para casarse con Ana no es fácil ya que la Iglesia Católica no ve con buenos ojos otorgarle la dispensa. En esta tesitura se encuentra la Corte inglesa cuando aparece en escena Thomas Cromwell, auténtico protagonista de esta novela, primero como mano derecha del cardenal Wolsey y después, cuando este cae en desgracia, como su sucesor.

No es esta una lectura fácil, más bien al contrario; Hilary Mantel nos regala una prosa elegante, elaborada y bella en muchas partes del libro pero a cambio nos pide toda nuestra atención y concentración para poder disfrutar de ella. La novela está relatada por un narrador omnisciente que focaliza su relato en la persona de Thomas Cromwell, es como si estuviéramos viendo cómo ocurren las cosas desde su perspectiva lo que nos permitirá verle crecer a medida que pasan las páginas y va actuando o reaccionando a los comportamientos de los demás. Las descripciones que vamos a encontrar son simplemente maravillosas y dotan a la novela de una ambientación magnífica que favorecerá que visualicemos las escenas en nuestra cabeza. 

Thomas Cromwell fue un hombre hecho a sí mismo; de origen humilde, era hijo de un herrero que lo maltrató hasta que decidió abandonar su casa. Desde muy joven aprendió a ganarse la vida de las formas más variadas hasta que recaló al lado del cardenal Wolsey quien fue su amigo y su mentor. Gracias a esta amistad fue destacando por su agudeza, su ambición y su intelecto privilegiado y consiguió que Enrique VIII se fijará en él. Poco a poco fue ganándose la confianza del monarca y se convirtió en una persona imprescindible para que aquel pudiera lograr sus propósitos. Su ambición y dedicación a la Corte y a la persona del rey lo apartan de las demás facetas de su vida, de su familia. Pierde a varias personas cercanas pero es rápido superando su dolor o por lo menos lo sabe llevar en silencio, lo que contribuye a que se nos presente como una persona fría y distante. No le importa manipular a las personas, incluso traicionarlas, si con ello consigue ascender en la escala social pero lo cierto es que es muy educado, agradable y encantador cuando se relaciona con las personas a las que después no dudará en utilizar en su provecho. Me ha parecido un personaje maravilloso, al que la autora ha sabido dotar de un gran encanto que hace que olvidemos la artes con las que se conduce por la vida. 

Junto a él desfilarán ante nosotros figuras muy destacadas de la sociedad de la época como Thomas Moro, Thomas Bolena, Thomas Wolsey, arzobispo de York, Thomas Cranmer, (sí, Thomas era el nombre de moda) y los integrantes de la corte como Enrique VIII, Catalina de Aragón, la princesa heredera María Tudor y las hermanas Ana y María Bolena. 

Con todos ellos viviremos los difíciles momentos que culminarán en la Reforma anglicana que llevó a Enrique VIII a separarse de la Iglesia Católica y nombrarse Jefe Supremo de la Iglesia de Inglaterra para así poder casarse con Ana Bolena; para mí ha sido fascinante ver cómo Cromwell mueve los hilos para conseguir agradar a su rey haciendo gala de su gran inteligencia y astucia.