Tigres de cristal, Toni Hill
julio 24, 2018
Hay autores que se encuentran entre mis lecturas obligadas y Toni Hill es uno de ellos; me inicié con sus libros leyendo la trilogía de Salgado y me gustó tanto que cuando publicó Los ángeles de hielo fui a por ella sin dudarlo y no me equivoqué porque la novela me gustó mucho. Con estos antecedentes no veía el momento en que su nueva novela llegara a mis manos. Hoy os hablo de Tigres de cristal de Toni Hill.
Una absorbente historia de suspense psicológico que explora los límites entre la culpa y la expiación.
| Ficha técnica
Título: Tigres de cristal
Autor: Toni Hill Editorial: Grijalbo Número de páginas: 479 ISBN: 9788425356483 PVP: 19,90 euros |
Sinopsis
Una absorbente historia de suspense psicológico que explora los límites entre la culpa y la expiación.
Dos amigos del colegio se reencuentran más de treinta años después. Ambos tienen muchas cosas que contarse, pero también mucho que ocultar. Ninguno de los dos ha olvidado que esa cálida amistad infantil se truncó una noche de diciembre de 1978, cuando un crimen atroz alteró sus destinos. Ahora ha llegado el momento de asumir la verdad, pedir perdón y ajustar cuentas con un pasado que amenaza con romper de nuevo sus vidas. Y esta vez para siempre.
Con una trama intensa y llena de secretos, Toni Hill nos transporta a un barrio mítico del cinturón rojo de Barcelona, tanto en los convulsos años setenta como en la actualidad, donde unos personajes profundamente humanos se ven atrapados en un conflicto marcado por la lealtad, el silencio y la venganza.
Fuente: contraportada
Impresiones
Como supongo que os pasará a muchos de vosotros, hay autores a los que no puedo resistirme, autores cuyos libros compro sin leer si quiera la sinopsis, autores que sé que no me van a defraudar y uno de esos autores es Toni Hill de cuya última novela os hablo hoy, Tigres de cristal, novela que, en mi opinión, es la mejor de todas las que hasta el momento ha escrito, una novela que no deja indiferente al lector, una novela de cuyos personajes cuesta despedirse, una novela estremecedora, un novelón.
Compré el libro el mismo día que salió a la venta pero hasta hace un par de días no me decidí a leerlo; lo tenía en la estantería delante de todos los demás, su preciosa portada me miraba cada vez que entraba en la habitación hasta que ya no pude demorarlo más. No sé bien por qué no me decidí a leerlo antes, posiblemente fue el saber que una vez lo empezara no iba a poderlo dejar y en esos momentos tenía mucho trabajo y sabía que eso no sería posible. Y no me equivoqué porque he tardado en leerlo apenas 24 horas y me ha dejado sumida en una resaca lectora de esas que hacen época.
Víctor y Juanpe eran dos críos de doce años en 1978. Habitantes del barrio obrero barcelonés conocido como Ciudad Satélite hacían lo que cualquier chaval de su edad: iban a la escuela, jugaban en la calle con sus amigos o se reunían en alguna casa para merendar. Joaquín Vázquez, dos años mayor que ellos, era el matón de la escuela y del barrio; la tenía tomada con Juanpe al que no dejaba tranquilo ni a sol ni a sombra, lo perseguía, lo insultaba, incluso llegó a robarle en alguna ocasión. Los demás niños observaban y callaban, pensando que mientras la diana de sus dardos fuera Juanpe, a ellos los dejaría tranquilos. Todos excepto Víctor, su amigo del alma, que ya estaba cansado de los abusos y maltratos del Cromañón, nombre por el cual era conocido Joaquín. Los dos amigos decidieron plantarle cara, darle una lección y este fue el comienzo de la tragedia que los acompañará mientras vivan.
Finales de 2015, treinta y siete años después Víctor y Juanpe se encuentran por casualidad; llevaban sin verse desde el fatídico suceso y de no ser por sus apellidos no se habrían reconocido. Víctor ha cambiado mucho, salió del barrio y se forjó una vida. Juanpe, por el contrario, sigue anclado a Ciudad Satélite y a todos los fantasmas que siguen habitando en ella. Porque aunque han pasado casi cuatro décadas, la esencia del barrio no ha cambiado: sigue siendo un barrio de inmigrantes, antes de españoles que venían buscando un futuro mejor, ahora de extranjeros que hacen lo propio.
Estas dos son las líneas temporales que utiliza el autor para diseccionar a una sociedad que no ha cambiado tanto como podemos creer sino que ha evolucionado manteniendo los mismos problemas aunque ahora su nombre se haya anglicanizado. El lector nadará así entre las aguas del presente y del pasado con la sensación de que está viviendo la misma historia, con distintos actores y medios sí, pero la misma al fin y al cabo. En mi opinión esta novela es una dicotomía constante, es una novela que bebe de los contrastes, el primero de ellos ya presente en su título: los tigres son animales fuertes mientras que el cristal es frágil y esta antítesis creo que caracteriza a los personajes a la perfección.
El bien y el mal, la traición y la lealtad, la solidaridad y el egoísmo, el amor y el odio, la culpa y la expiación de esta son otras de las emociones contrapuestas que experimentan los protagonistas y con ellos el lector a lo largo de estas páginas.
No me ha parecido que esta novela sea una novela sobre el acoso escolar, como lo llamaban en la década de los 70, o "bullying", como lo llamamos ahora; más bien creo que es el punto de apoyo que toma Toni para contar la historia de un barrio marginal y de las personas que lo habitan. No profundiza en este tema más de lo que la trama le pide aunque sí nos muestra la evolución que el acoso ha tenido a lo largo de los años: antes quedaba en la escuela y el barrio, ahora en la época de la tecnología trasciende más allá de esos lugares, antes el acoso era más físico mientras que ahora el psicológico es el que prima. Lo que no ha cambiado es la forma que tienen los testigos de actuar: es mejor ver, oír y callar, dando gracias de que le haya tocado a otro. Es triste pero es así.
- Recuerda esto: si la cosa va a más, te quedarás sola. Nadie intervendrá para ayudarte.
Tigres de cristal es una novela de costumbres que refleja perfectamente la vida de un barrio obrero en un momento político decisivo para la Historia de nuestro país: los días previos y posteriores a la votación de la Constitución de 1978. Los ecos franquistas aún resuenan en los oídos de los españoles y se respira un ambiente de esperanza, de cambio, la lucha obrera se abre paso para intentar mejorar la situación de los trabajadores y con ello las condiciones de vida de los habitantes de Ciudad Satélite. También refleja las diferencias abismales que aún existen a día de hoy entre personas de diferente estatus social.
Pero me atrevería a decir que es, además, una novela coral; no solo conoceremos las vidas de Víctor y Juanpe sino que el autor bucea en las de las personas que de un modo u otro, ayer u hoy, tienen relación con ellos y con lo que les ocurre.
Todos los personajes que habitan estas páginas están perfilados a la perfección, cosa que no me sorprende porque Toni es un maestro en ello. Seremos capaces de ver sus luces y sus sombras pero también su interior más profundo; sabremos cómo piensan, qué les molesta, les enfada o les agrada, qué sienten y cuáles son los motivos que les impulsan a actuar de un modo u otro. Se me antoja una ardua tarea para el lector intentar no empatizar con ellos ya que todos nos golpean en el centro del pecho arrancándonos un sentimiento, no importa cuál.
Dividida en cinco partes esta gran historia está narrada por dos narradores bien diferenciados: Ismael, compañero de clase de Víctor y Juanpe, será la voz en primera persona que nos guíe por las brumas del pasado mientras que será un narrador omnisciente el que lo haga por las sombras del presente,siempre con un ritmo constante, pausado pero no lento, el ritmo perfecto para que el lector disfrute de sus líneas y de lo que estas le cuentan.
Siempre que reseño un libro del autor mis manos escriben la misma frase para definir su prosa pero es que no encuentro otra forma mejor para decirlo: Toni hace magia con las palabras, las ordena de tal forma que el resultado son unas frases que te envuelven en unos diálogos y una narración maravillosa. Una prosa bella y muy cuidada, casi diría que mimada, imposible de no disfrutar.
Tigres de cristal es un novelón, estoy segura de que va a ser una de mis mejores lecturas de este año. Una lectura que me dejó estremecida cuando la acabé, con los pelos de punta con ese final que el autor nos regala. Un final sorprendente y a la altura de una novela de tanta calidad como esta. No puedo más que agradecer a Toni Hill que comparta su arte con todos nosotros y también agradeceros a vosotros la atención después de esta reseña tan larga que estoy segura dejará cosas en el tintero. Por si no ha quedado claro: ¡tenéis que leer a los Tigres!
Compré el libro el mismo día que salió a la venta pero hasta hace un par de días no me decidí a leerlo; lo tenía en la estantería delante de todos los demás, su preciosa portada me miraba cada vez que entraba en la habitación hasta que ya no pude demorarlo más. No sé bien por qué no me decidí a leerlo antes, posiblemente fue el saber que una vez lo empezara no iba a poderlo dejar y en esos momentos tenía mucho trabajo y sabía que eso no sería posible. Y no me equivoqué porque he tardado en leerlo apenas 24 horas y me ha dejado sumida en una resaca lectora de esas que hacen época.
Víctor y Juanpe eran dos críos de doce años en 1978. Habitantes del barrio obrero barcelonés conocido como Ciudad Satélite hacían lo que cualquier chaval de su edad: iban a la escuela, jugaban en la calle con sus amigos o se reunían en alguna casa para merendar. Joaquín Vázquez, dos años mayor que ellos, era el matón de la escuela y del barrio; la tenía tomada con Juanpe al que no dejaba tranquilo ni a sol ni a sombra, lo perseguía, lo insultaba, incluso llegó a robarle en alguna ocasión. Los demás niños observaban y callaban, pensando que mientras la diana de sus dardos fuera Juanpe, a ellos los dejaría tranquilos. Todos excepto Víctor, su amigo del alma, que ya estaba cansado de los abusos y maltratos del Cromañón, nombre por el cual era conocido Joaquín. Los dos amigos decidieron plantarle cara, darle una lección y este fue el comienzo de la tragedia que los acompañará mientras vivan.
Finales de 2015, treinta y siete años después Víctor y Juanpe se encuentran por casualidad; llevaban sin verse desde el fatídico suceso y de no ser por sus apellidos no se habrían reconocido. Víctor ha cambiado mucho, salió del barrio y se forjó una vida. Juanpe, por el contrario, sigue anclado a Ciudad Satélite y a todos los fantasmas que siguen habitando en ella. Porque aunque han pasado casi cuatro décadas, la esencia del barrio no ha cambiado: sigue siendo un barrio de inmigrantes, antes de españoles que venían buscando un futuro mejor, ahora de extranjeros que hacen lo propio.
Estas dos son las líneas temporales que utiliza el autor para diseccionar a una sociedad que no ha cambiado tanto como podemos creer sino que ha evolucionado manteniendo los mismos problemas aunque ahora su nombre se haya anglicanizado. El lector nadará así entre las aguas del presente y del pasado con la sensación de que está viviendo la misma historia, con distintos actores y medios sí, pero la misma al fin y al cabo. En mi opinión esta novela es una dicotomía constante, es una novela que bebe de los contrastes, el primero de ellos ya presente en su título: los tigres son animales fuertes mientras que el cristal es frágil y esta antítesis creo que caracteriza a los personajes a la perfección.
El bien y el mal, la traición y la lealtad, la solidaridad y el egoísmo, el amor y el odio, la culpa y la expiación de esta son otras de las emociones contrapuestas que experimentan los protagonistas y con ellos el lector a lo largo de estas páginas.
No me ha parecido que esta novela sea una novela sobre el acoso escolar, como lo llamaban en la década de los 70, o "bullying", como lo llamamos ahora; más bien creo que es el punto de apoyo que toma Toni para contar la historia de un barrio marginal y de las personas que lo habitan. No profundiza en este tema más de lo que la trama le pide aunque sí nos muestra la evolución que el acoso ha tenido a lo largo de los años: antes quedaba en la escuela y el barrio, ahora en la época de la tecnología trasciende más allá de esos lugares, antes el acoso era más físico mientras que ahora el psicológico es el que prima. Lo que no ha cambiado es la forma que tienen los testigos de actuar: es mejor ver, oír y callar, dando gracias de que le haya tocado a otro. Es triste pero es así.
- Recuerda esto: si la cosa va a más, te quedarás sola. Nadie intervendrá para ayudarte.
-¿Ni siquiera tú?- pregunta ella sonriendo a medias.
- Yo menos que nadie. Bastante tengo con aguantar mi ración, no pienso exponerme por ti. Esto es la selva, y los animalillos no se alían contra los leones. Simplemente los rehúyen. Y mientras se comen a uno, los demás aprovechamos para escapar.
Tigres de cristal es una novela de costumbres que refleja perfectamente la vida de un barrio obrero en un momento político decisivo para la Historia de nuestro país: los días previos y posteriores a la votación de la Constitución de 1978. Los ecos franquistas aún resuenan en los oídos de los españoles y se respira un ambiente de esperanza, de cambio, la lucha obrera se abre paso para intentar mejorar la situación de los trabajadores y con ello las condiciones de vida de los habitantes de Ciudad Satélite. También refleja las diferencias abismales que aún existen a día de hoy entre personas de diferente estatus social.
Pero me atrevería a decir que es, además, una novela coral; no solo conoceremos las vidas de Víctor y Juanpe sino que el autor bucea en las de las personas que de un modo u otro, ayer u hoy, tienen relación con ellos y con lo que les ocurre.
Todos los personajes que habitan estas páginas están perfilados a la perfección, cosa que no me sorprende porque Toni es un maestro en ello. Seremos capaces de ver sus luces y sus sombras pero también su interior más profundo; sabremos cómo piensan, qué les molesta, les enfada o les agrada, qué sienten y cuáles son los motivos que les impulsan a actuar de un modo u otro. Se me antoja una ardua tarea para el lector intentar no empatizar con ellos ya que todos nos golpean en el centro del pecho arrancándonos un sentimiento, no importa cuál.
Dividida en cinco partes esta gran historia está narrada por dos narradores bien diferenciados: Ismael, compañero de clase de Víctor y Juanpe, será la voz en primera persona que nos guíe por las brumas del pasado mientras que será un narrador omnisciente el que lo haga por las sombras del presente,siempre con un ritmo constante, pausado pero no lento, el ritmo perfecto para que el lector disfrute de sus líneas y de lo que estas le cuentan.
Siempre que reseño un libro del autor mis manos escriben la misma frase para definir su prosa pero es que no encuentro otra forma mejor para decirlo: Toni hace magia con las palabras, las ordena de tal forma que el resultado son unas frases que te envuelven en unos diálogos y una narración maravillosa. Una prosa bella y muy cuidada, casi diría que mimada, imposible de no disfrutar.
Tigres de cristal es un novelón, estoy segura de que va a ser una de mis mejores lecturas de este año. Una lectura que me dejó estremecida cuando la acabé, con los pelos de punta con ese final que el autor nos regala. Un final sorprendente y a la altura de una novela de tanta calidad como esta. No puedo más que agradecer a Toni Hill que comparta su arte con todos nosotros y también agradeceros a vosotros la atención después de esta reseña tan larga que estoy segura dejará cosas en el tintero. Por si no ha quedado claro: ¡tenéis que leer a los Tigres!
Imagen tomada de Google |