Alex es un joven cercano a la treintena residente en Ilumbe, un pequeño pueblo de la costa vasca; vive con su abuelo Jon en una casa apartada al borde de un acantilado, trabaja como jardinero y es feliz junto a Erin, su novia. Un día se despierta en una fábrica abandonada; no sabe cómo ha llegado hasta allí ni tampoco qué ha pasado en dicho lugar, solo sabe que a su lado hay un hombre y que está muerto. Sabiendo que será el primer sospechoso si da parte a la policía, decide huir del lugar y, en el transcurso de esa huida tiene un accidente que le hace perder la memoria: no recuerda casi nada de lo que ha ocurrido en las últimas cuarenta y ocho horas. ¿Qué ocurrió en la fábrica? ¿Quién es el cadáver? ¿Es él el asesino?  Y, ni corto, ni perezoso, decide investigar por su cuenta lo ocurrido

Como es habitual en las novelas de Mikel, la voz narrativa corre a cargo del protagonista de la novela; será Alex quien nos conduzca a través de sus recuerdos y sus pesquisas para intentar recomponer los hechos que le llevaron a esa fábrica abandonada y lo hará con un lenguaje sencillo y una prosa directa, no exenta de toques de humor, sin artificios ni palabras superfluas. Los diálogos son muy fluidos como también lo es  la narración en la que participaremos de los pensamientos y los miedos de Alex. Ambos, narración y diálogos, mantienen un buen equilibrio en la novela lo que hace de esta una lectura muy ágil, con un ritmo no excesivamente rápido hasta llegar a la parte final que es cuando se vuelve frenético a medida que nos vamos acercando al cénit de la novela. Encontramos pasajes escritos en cursiva que se corresponden con los recuerdos que van aflorando en la mente de nuestro protagonista que salpicarán los capítulos que conforman las siete partes en las que se estructura esta novela.

Prácticamente toda la novela se desarrolla en el pueblo de Ilumbe y sus alrededores y nos será muy fácil imaginarnos los escenarios ya que están descritos en la medida justa para que podamos hacerlo. 

En este pequeño pueblo todos se conocen, todos saben cosas, todos tienen secretos, todos callan...pero cuando sus secretos, sus mentiras se ven amenazados aflorarán las traiciones, los chantajes y los pactos y será entonces cuando todo vaya saliendo a la luz para permitir a Alex juntar las piezas de este complicado puzle que está lleno de sorpresas que nos descolocarán una y otra vez.

Encontramos un variado elenco de personajes, unos más desarrollados que otros, pero todos tienen una misión que cumplir en la trama, todos tienen algo que contarnos aunque muchas veces no sepamos si creerlos o no, todos tienen algo que esconder y resulta tremendamente difícil dilucidar qué pudo pasar. Por encima de todos los personajes destaca Alex que será el nexo en el que vayan a confluir las historias que los demás personajes van desgranando a su paso. Como no podía ser de otra manera, Alex tiene ese punto canalla que suelen tener los protagonistas del autor y que a mí tanto me gusta. Es joven pero arrastra una carga del pasado que le hace andar al borde del precipicio, se ve obligado a mentir a aquellos a los que quiere; se ha visto atrapado en una situación bastante desagradable y a pesar del miedo que lo atenaza está decidido a averiguar la verdad le cueste lo que le cueste y esta determinación le lleva a ponerse en peligro aunque es un hombre con suerte y logra salir airoso de estas situaciones. 

El mentiroso es un thriller que te atrapa desde la primera página. Una historia en la que el lector se ve arrastrado al juego de descubrir quién miente y quién dice la verdad. Una trama que navega entre el recuerdo y el olvido, donde no todo es lo que parece, que nos mantendrá en vilo hasta el final. Y todo ello de la mano de unos personajes que parecen tener vida en la prosa directa y envolvente que caracteriza a Mikel Santiago, marca de la casa que reconocemos todos sus lectores. Si queréis disfrutar de una buena novela, esta es una buena opción, no os arrepentiréis.

Fuente: Duomo

Los Mason no son una familia muy popular en su vecindario por lo que deciden dar una fiesta; habrá una barbacoa para los adultos y una fiesta de disfraces para los más pequeños. Al acabar la celebración, la familia se da cuenta de que Daisy, su pequeña hija de ocho años, ha desaparecido. 

La investigación es encargada al inspector Adam Fawley quien llega a la casa con todo su equipo y la esperanza de encontrar alguna pista por la que empezar a tirar del hilo, pero cuando comienza a preguntar a los presentes se encuentra con la sorpresa de que nadie ha visto ni oído nada. ¿Cómo es posible que una niña desaparezca en una fiesta sin que nadie vea nada? ¿Se ha ido por propia voluntad o, por el contrario, ha caído en las manos de alguien indeseable?

Partiendo de esta premisa la autora vertebra una novela que no te da un respiro. Con una estructura original en la que no encontraremos capítulos ni siquiera más divisiones que unos asteriscos entre párrafos, el inspector Fawley será la voz narrativa que nos irá relatando los pormenores del caso y de su investigación. También encontraremos comentarios publicados en Facebook y Twitter fruto del gran impacto mediático que suelen generar este tipo de casos. Por último, retrocederemos en algunos momentos al pasado para saber y entender más de la vida de los personajes principales previa a la desaparición de Daisy.

El lenguaje utilizado por la autora es sencillo y está estructurado en frases cortas lo que provoca que el ritmo de lectura sea muy ágil. Esta fluidez en el ritmo también se ve favorecida por el hecho de que en esta novela no dejan de pasar cosas, el lector consigue reunir mucha información tanto de los escollos que encuentra la policía en su investigación como de los avances que esta va alcanzando y todo ello hará que siempre queramos leer un poco más, que sea muy difícil dejar su lectura. Los escenarios por los que transcurre la trama están descritos en la medida justa que aquella requiere, sin descripciones abundantes o excesivas.

Los personajes principales están perfectamente delineados y podemos hacernos fácilmente una idea mental de ellos; algo que, en mi opinión, tienen todos en común es su afán por aparentar lo que no son o, por decirlo de otra manera, de esconder aspectos de su vida que no son favorables para la imagen que la sociedad se ha forjado de ellos aunque veremos que no siempre nuestros personajes alcanzan su propósito. Este afán por aparentar podría venir determinado por la reacción que suele tener la sociedad ante casos como este en el que todos son sospechosos y el más mínimo desliz puede acarrear el cargar con la etiqueta de secuestrador de niños o pedófilo.

¿Quién se ha llevado a Daisy Mason? es un thriller muy recomendable tanto para los amantes del género como para todos aquellos que disfrutan con una buena lectura. A pesar de que la premisa de la que parte la autora no es muy original, la forma en la que estructura la historia, cómo modela a los personajes, los giros inesperados que nos dejan descolocados y, sobre todo, un final sorprendente que deja en nada todas nuestras hipótesis han hecho que disfrute mucho de su lectura.

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