Fuente: Alianza de Novelas

Esta es la primera novela de la serie protagonizada por Jackson Brodie; era policía, lo dejó y ahora es un detective privado que se dedica a investigar casos de poca importancia hasta que llega un momento en el que la casualidad hace que se encuentre con tres expedientes difíciles que requerirán que saque lo mejor de sí. Para Brodie no va a ser fácil debido a que pasa por un  momento personal que tampoco lo es: tiene problemas con su exesposa con la que tiene una hija de la que no quiere separarse. Los casos que tiene ante él también le harán recordar una tragedia personal que desearía poder olvidar.

Como decía tres son los casos a los que se tendrá que enfrentar Brodie y, aparentemente, no hay relación entre ellos. Por un lado tiene que investigar la desaparición en 1970 de Olivia, una niña de tres años, que desapareció una noche sin dejar rastro en el jardín familiar. También tendrá que encontrar al asesino de Laura, muerta en 1994, para poder así descubrir por qué segó la vida de una joven tan prometedora. Y, por último, tendrá que encontrar a Michelle quien asesinó brutalmente a su marido en 1979. Todos ellos casos antiguos sin resolver que requerirán de toda su atención para poder sacar algo en claro de ellos.

La novela se divide en capítulos la mayoría de los cuales lleva por título el nombre de los personajes que los van a protagonizar. La autora utiliza un narrador omnisciente y un lenguaje sencillo para ir desenredando la madeja que conforma esta apasionante historia. La narración es pausada y durante toda ella notamos una opresión en el pecho debido a la violencia que adivinamos, que no podemos ver pero sí la sentimos durante toda la narración. Las descripciones justas para imaginarnos los escenarios por los que transitan los personajes componen una ambientación en la que todo es oscuro, misterioso y que, junto a los diálogos y pensamientos de los personajes, nos provocan una sensación de desazón difícil de obviar.

Sin duda el punto fuerte de esta novela son sus personajes, todos ellos perfilados al milímetro, todos ellos con una tragedia a sus espaldas y muchos secretos en sus bolsillos. Jackson Brodie es un hombre infeliz que necesita sentirse amado y que saca fuerzas de donde no las tiene para empatizar con sus clientes y las víctimas e intentar descubrir lo que lleva años oculto. Amelia y Julia son las hermanas de la pequeña Olivia; son mujeres tristes, atormentadas, sobre todo Amelia, por no saber qué ocurrió. Julia es más extrovertida y por ello parece que le afectan menos las cosas que a su hermana Amelia pero todo es una fachada para no desmoronarse por completo. Por su parte Amelia es una mujer insatisfecha en casi todos los ámbitos de su vida, es una persona con un gran complejo de inferioridad y una gran inseguridad que tendrá que aprender a superar para poder seguir viviendo. Otro de los personajes a los que se les hace muy difícil seguir viviendo será Theo: veinte años atrás alguien asesinó a su hija menor, la que más quería y a la que más unido estaba. Se despidió de ella por la mañana y ya no volvió a verla con vida; desde entonces, ha dedicado todos sus esfuerzos a encontrar al misterioso hombre que acabó con su vida y confiará en Brodie para encontrarlo. Por último tenemos a Shirley cuya hermana asesinó a su marido y dejó huérfana a su pequeña hija; ahora, Shirley quiere encontrar a la niña, ya convertida en una mujer, y le encargará a Brodie su búsqueda.

Estos personajes y sus historias irán mezclándose en el día a día de Brodie hasta llegar a confluir en un todo que nos dejará con la boca abierta; encontramos muchos giros argumentales en la novela que propician que todas las piezas que al principio de la misma parecían de puzles distintos vayan encajando en un único rompecabezas cuyo centro es Jackson Brodie.

Fuente: megustaleer

Finales de enero de 2019, faltan pocos días para que se cumpla un año del suicidio de Teresa Lanza quien abrazó a la muerte el 1 de febrero del año anterior; nadie se explica qué pudo pasar por la cabeza de la joven para tomar tan drástica decisión pero ¿a quién le importa en realidad? Trabajaba como chica de la limpieza en las casas de Lourdes, su hermana Mireia, Xenia, Olga y Coral sitas en una exclusiva urbanización en Castellverd y será un viernes cuando a todas ellas empiece a importarles lo que le ocurrió a Teresa pero solo porque si se empieza a ahondar en su  muerte podrían salir a la luz los más oscuros secretos escondidos en los rincones de sus lujosas casas.

Esta novela es una red en la que Toni Hill entrelaza magistralmente la vida de los habitantes y trabajadores de Castellverd tomando como punto de partida el suicidio de la joven hondureña Teresa Lanza, una joven que no daba el perfil de suicida, una joven a la que la vida le sonreía, una joven que no acaba de irse ya que necesita saber qué le ocurrió para poder partir definitivamente. Su angustia y su necesidad de saber las conocemos de primera mano ya que es ella la narradora en los capítulos que llevan por título su  nombre; en ellos también nos hace partícipes de su historia personal, una de las piezas que tendremos que encajar en este complicado rompecabezas que nos plantea el autor.

Junto a esta potente voz narrativa encontramos la de un narrador omnisciente que nos va relatando los sucesos y acontecimientos casi en tiempo real, utilizando para ello el tiempo presente con lo que añade un carácter de urgencia a los ya de por sí angustiosos momentos que viven nuestros personajes. Unos personajes complejos donde los haya en quienes, a raíz de la aparición de unos carteles recordando la muerte de Teresa, empieza a aflorar el miedo a que sus secretos salgan a la luz, paralizando a algunos o impulsando a la acción a otros.

Lourdes, Mireia, Xenia, Olga y Coral son mujeres de éxito que viven en la lujosa urbanización de Castellverd; aparentemente sus vidas son casi perfectas con familias y trabajos ejemplares pero si rascamos un poco esa capa de superficialidad que las envuelve veremos en realidad quiénes son y cómo de perfecta es su vida. Frente a ellas encontramos a Teresa Lanza y a su compañera de piso Deisy; son jóvenes inmigrantes que tienen que ganarse el pan trabajando para aquellas en el caso de la primera o de cajera en un supermercado la segunda. Tal vez por sus orígenes, tal vez porque no han tenido una vida fácil, estas chicas me han parecido más fuertes y más íntegras que las mujeres a las que sirven. En la relación entre todas ellas y lo que vamos conociendo de sus vidas podemos observar las grandes diferencias que existen entre las distintas clases sociales de las que forman parte.

La inmigración es  otro de los temas que habitan en esta novela. Jóvenes rescatados de una vida llena de peligros y violencia que llegan a nuestro país buscando una vida mejor y que tienen la suerte de encontrarse con personas como el padre Rodrigo que se encargan de proporcionarles una vivienda y una educación para que puedan vivir honradamente. Este fue el caso de otro de los grandes personajes de la novela: Jimmy Nelson un jovencísimo jardinero a quien la muerte de Teresa no deja dormir tranquilo. O de Ander, el hijo de Mireia, rescatado de una vida de penurias en un orfanato sudamericano.

Otro asunto que se desarrolla en la novela es la idea del suicidio. Nos encontramos con él ya casi en la primera página y será recurrente a lo largo de casi toda la lectura ya que esta será una búsqueda por parte de los protagonistas y, por extensión, por parte de nosotros los lectores de los motivos que pueden llevar a una persona a cometer un acto tan atroz.

Unos personajes potentes y una trama sólida se merecen habitar en una prosa maravillosa como es la que los envuelve. El gran dominio que tiene el autor del lenguaje queda patente en cada palabra que elige para formar unas frases con una sintaxis perfecta capaces de hacernos sentir la angustia, el dolor, la indecisión, la alegría, la tristeza y un sinfín de sentimientos por los que pasan nuestros personajes. Una prosa complicada en su sencillez de la  que he disfrutado muchísimo tanto cuando conformaba una narración, predominante en la novela, como cuando dibujaba diálogos. 

Fuente: la esfera de los libros

Nos encontramos en 1517, en Tordesillas donde la reina Juana de Castilla está aislada del mundo. Hasta ahora sus carceleros la han maltratado y humillado pero la llegada de Hernán Duque, quien va a ostentar el cargo de jefe de su casa, supondrá para ella una liberación y un soplo de aire fresco para su desdichada existencia.

Este personaje histórico siempre me ha parecido fascinante y soy de las que piensan que el sobrenombre por el que se la conoce, la Loca, no tiene nada que ver con la realidad que tuvo que vivir. Heredera de uno de los imperios más grandes e importantes de su época, fue engañada y vilipendiada por las personas más importantes de su vida: su padre, su marido y su hijo. A pesar de todo, ella siempre puso a estos hombres y a los intereses de la Corona por encima de su bienestar personal y me atrevería a decir que por encima de su propia vida.

Estos hechos son los que se nos relatan en esta novela que cuenta con dos voces narrativas. Por un lado, encontramos un narrador omnisciente que nos hace partícipes del día a día de la reina en su encierro en Tordesillas y, por otro lado, la voz de la propia Juana, quien nos muestra sus sentimientos y anhelos más íntimos así como también sus recuerdos de tiempos pasados en los que habitan sus padres, sus hermanos, su marido y sus hijos. 

La autora ha sabido transmitirnos el dolor y la soledad que envuelven a Juana con quien no podremos evitar empatizar, y lo ha hecho utilizando un lenguaje sencillo y muchos diálogos que agilizan la lectura y le añaden, si cabe, más sentimiento al ser testigo el lector de las conversaciones más personales de los personajes.

El personaje protagonista absoluto de la novela es Juana; es una mujer inteligente y con una gran fortaleza que supo sobrellevar su largo encierro sin ceder un ápice a las pretensiones de los que intentaban manipularla; ella tenía claro quién era y cuál era su posición por mucho que su padre primero y su marido y su hijo  después intentarán manipularla. A Juana de Castilla no la manipulaba nadie, si accedió a muchas cosas en favor de aquellos era por el amor que les tenía y que le tenía a la Corona por la que se sacrificó su madre Isabel de Castilla y la enseñó a sacrificarse a ella también.