Los soldados americanos están cansados y con ganas de volver a casa meses después del final de la Segunda Guerra Mundial; para algunos de ellos el regreso es inminente mientras que a otros les queda algo más de tiempo pero todos ellos saben que el reencuentro con sus familiares será pronto.

Es poco más de mediodía del 5 de diciembre de 1945 y un grupo de soldados se prepara para realizar un vuelo de entrenamiento. Es un vuelo rutinario que no debe suponer ningún problema para los hombres experimentados que lo han de llevar a cabo con el teniente Taylor al mando. Sin embargo, Taylor no quiere volar ese día, arrastra secuelas de las experiencias vividas en combate que le impiden estar al cien por cien. No hay nadie más disponible con lo que no le queda otra que dirigir el escuadrón de cinco aviones y llevar a cabo su misión.
Pronto empiezan los problemas ya que se desata una gran tormenta que dificulta en extremo la visión de los pilotos, la brújula y la radio no funcionan bien y estos catorce hombres se encuentran perdidos en medio del océano Atlántico intentando encontrar una referencia para llegar a tierra y rogando por que el combustible no se convierta en un problema más para ellos.
Las cosas van cada vez peor y en tierra no se deciden a mandar ayuda ya que confían en que los aviones logren enderezar su ruta. A la mañana siguiente se dan cuenta de que esto no será posible sin auxilio y comienza uno de los mayores despliegues, tanto por mar como por aire, llevados a cabo por los americanos para encontrar a estos hombres. Después de una búsqueda sin descanso no se encontrará un solo resto ni de los soldados ni de sus aviones y se les dará por desaparecidos.

El 26 de diciembre de ese mismo año, el hermano de George Paonessa, uno de los desaparecidos y principal protagonista de esta historia, recibe un telegrama supuestamente enviado por su hermano en el que le indica que le han informado mal, que está vivo. Joseph Paonessa emprenderá entonces un largo viaje siguiendo los pasos que se supone que ha seguido su hermano desde que ocurrió el accidente aunque sin ninguna certeza de que vaya a encontrarlo con vida.

Estas dos serán las líneas temporales que marcarán esta historia. Por un lado, seremos espectadores de primera fila de todo lo que ocurrió tanto en tierra como en el aire el fatídico día que se volvió  noche para esos catorce hombres perdidos en el Atlántico. Viviremos con la misma angustia que ellos sus esfuerzos por no perder el control de sus aviones, por encontrar el camino de vuelta  a la base y, finalmente, por no perder la vida. Por otro lado, seguiremos una historia de huida,  un largo camino en autobús hacia un destino incierto que promete una nueva vida. Habrá momentos de duda, de confusión del sueño y la realidad, del despertar de horribles pesadillas pero también del inicio de una amistad que quizá pueda convertirse en algo más.

Esta apasionante novela se divide en cinco partes que suman cincuenta capítulos, todos ellos numerados y situados en el tiempo y el espacio en el que ocurrirán los hechos narrados en cada uno. La prosa del autor es muy ligera, de estas que te hacen pasar páginas casi sin darte cuenta absorto como estás en la historia que hay en ellas. Un lenguaje sencillo, conciso, sin abusar de términos técnicos ni navales aunque capaz de mostrar al lector el gran trabajo de documentación que hay tras estas letras, nos transmitirá la angustia por la que pasan estos soldados en los momentos críticos de su misión y también la angustia de los que intentan ayudarlos pero se encuentran todos los caminos cortados a su paso. La ambientación es magnífica y durante gran parte de la novela pasamos de estar inmersos en una gran tormenta eléctrica, cegados por la oscuridad y el miedo a estar en un autobús camino de Los Ángeles o en una base naval rodeados de radares y dispositivos de búsqueda.

Aunque en esta novela nos vamos a encontrar muchos personajes, la mayoría de ellos son apenas un esbozo necesario para la narración dejando toda la importancia a los verdaderos protagonistas de esta historia que, en mi opinión son dos: Charles C. Taylor, teniente responsable del Vuelo 19 y  George Richard Paonessa, sargento de los marines y operador de radio en el Vuelo 19. Al primero lo conoceremos durante las amargas horas del vuelo del 5 de diciembre y también por medio de lo que dirán de él otros personajes como sus compañeros y sus familiares. Un joven con traumas arrastrados de la guerra que ha acabado y que no será capaz de superarlos, ni siquiera de lidiar con ellos, para concluir con éxito su misión. Paonessa es conocido por su gran capacidad de orientación y será clave en los momentos decisivos del Vuelo 19. A él le conoceremos en profundidad ya que será su figura la que nos acompañará en los dos hilos temporales de esta historia. Un  hombre de origen italiano, con profundas raíces religiosas y un gran amor a su madre fallecida que luchará con todas sus fuerzas para escapar de un destino que se adivina fatal.

Vuelo 19 narra una historia muy interesante que para mí era desconocida y sobre la que investigaré un poco más cuando tenga algo más de tiempo libre. Una ambientación fabulosa, un ritmo muy ágil y un lenguaje cuidado y preciso logran atrapar al lector en estas páginas y hacerle sentir el frío de las aguas del Atlántico, la tensión en la cabina de los aviones, la incertidumbre en la sala de mandos. Una novela que he disfrutado mucho y que creo que es una gran ópera prima de un autor al que seguiré la pista de cerca. Si os gustan las historias apasionantes basadas en hechos reales, esta es vuestra novela.

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