La joven Lara Valls ha desaparecido sin dejar rastro de su casa en una urbanización de lujo de Valencia.La inspectora Claudia Carreras y su equipo son los encargados de esclarecer esta misteriosa desaparición. Recién llegada a Valencia huyendo de un suceso traumático que sufrió en Madrid, Claudia pronto se da cuenta de lo extraño que es todo lo que rodea a este caso. Una chica amante de la literatura, solitaria, con pocos amigos, con una madre que vive para su imagen y un padre que pasa la mayor parte del tiempo ausente, no parece responder al perfil de las víctimas de secuestros así.

Héctor Santos es periodista en horas bajas que está escribiendo un reportaje sobre Matías, un joven que sufrió un daño cerebral durante una operación y se encuentra en estado vegetativo. Ha acudido a su casa para atender a las demandas de su madre y escribir sobre el caso, un caso de esos que tocan la fibra de los lectores de periódicos y revistas. Héctor lo sabe y, por ello, está poniendo todo su empeño en escribir un buen artículo. Un día encuentra en su casa un paquete que deberá entregar a la persona encargada del caso del secuestro de Lara; en ese momento, Héctor  ve el cielo abierto ya que no piensa entregar el paquete sin obtener nada a cambio, quiere ser el primero en enterarse de los avances del caso y estar al tanto de la investigación ya que para él ese paquete será una oportunidad de mejorar en su carrera.

El paquete será el nexo de unión entre Claudia Carreras y Héctor Santos y también será el único hilo del que disponen para tirar e intentar desenredar esta compleja madeja. ¿Por qué ese interés de los secuestradores en contactar directamente con la policía? ¿No sería más fácil hacerlo con la familia? ¿Por qué es Héctor el destinatario del paquete?

A lo largo de la novela también seremos testigos de los asesinatos de varias ancianas; el modus operandi utilizado por el autor de ellos es bastante inusual a la vez que brutal y no podremos evitar preguntarnos quién se esconde detrás de ellos y cuál es su relación con la trama principal.

Dividida en tres partes que a su vez se dividen en capítulos no muy extensos, podéis imaginar por lo expuesto más arriba la complejidad que contiene esta novela. Es una novela en la que hay pocas pistas, menos pruebas pero multitud de posibilidades, tantas como se puedan llegar a imaginar dado lo extraño del caso. El autor utiliza un lenguaje cuidado y un ritmo tranquilo y constante para narrarnos los hechos que se van sucediendo por medio de un narrador omnisciente que lo sabe todo, incluidos los pensamientos más íntimos de los personajes. La elegante prosa de Joaquín no me ha sorprendido ya que disfruté de ella en su anterior novela aunque en esta se me ha hecho algo cuesta arriba adentrarme en la novela. A pesar de su habilidad con las palabras y la sintaxis y de mi gusto por la ironía, en mi opinión, ha abusado de ella en la primera parte de la novela haciendo que su lectura me pareciera repetitiva; es posible que con ello el autor buscara relajar algo la dureza del tema tratado pero, curiosamente, la parte que a mí me ha parecido más dura y la que más me ha impactado ha sido la segunda, donde la ironía no está tan presente. Supongo que será cuestión de gustos pero el caso es que a mí se me ha hecho algo pesada.

Varios son los personajes que llevan el peso de esta historia y todos ellos están perfectamente perfilados; todos ellos son personajes que llevan pesadas cargas en sus espaldas, tienen muchas sombras aunque se esfuerzan por salir de ellas. En general me han gustado mucho y las reflexiones de algunos me han hecho pensar a mí también. Si tuviera que quedarme con uno solo no tengo la más mínima duda de que ese sería Ramón, segundo de a bordo de Claudia; es un hombre tranquilo, solitario, con aficiones atípicas del que todo el mundo habla a sus espaldas. Él lo sabe e intenta ignorar esos comentarios, hacer su trabajo lo mejor posible y lo consigue: yo creo que es el que da con todos los puntos claves para esclarecer esta sórdida historia. Si la historia es sórdida no menos lo son algunos de sus personajes que se vuelven repulsivos según vamos sabiendo más de su acciones pasadas, son auténticos monstruos a los que el autor ha sabido ocultar hasta el momento exacto en el que la novela da un giro brutal que nos deja boquiabiertos.

La silueta del olvido es una novela muy negra con una historia compleja protagonizada por unos personajes poco comunes, yo calificaría a los "buenos" como antihéroes y a los "malos" son unos auténticos bárbaros. La prosa del autor es exquisita, de esas que da gusto leer con un gran giro argumental que cambió mi forma de verla por completo porque ya os he comentado que al principio me pareció algo repetitiva. Una novela que trata temas muy duros pero que os recomiendo leer ya que no os dejará indiferentes. 

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