Fuente: Planeta

Don Rafael, abad de Urbión, necesita la ayuda de su antiguo pupilo al que quiere como a un hijo, el cardenal Alvar de Lara, por lo que reclama su presencia en la abadía por un motivo urgente del que solo podrá hablarle en persona. Alvar, a pesar de que no se ha planteado volver en los veinte años que hace que se fue, no duda en acudir a la llamada de aquel al que considera un padre y emprende su viaje hacia la abadía castellana. Una vez allí su maestro le previene de que un gran secreto se esconde entre los muros de la abadía, un secreto que cambiará el destino de muchos, puede que incluso el suyo. El regreso también trae a Alvar recuerdos de su pasado, de ese amor por el que tanto luchó y a causa del cual sufrió y sigue sufriendo. 

Un narrador omnisciente será el encargado de ir desvelando los acontecimientos que tienen lugar en la abadía de Urbión durante la semana que abarca esta historia que se desarrollará casi íntegramente dentro de sus muros. Me ha gustado especialmente adentrarme en la vida de esta abadía castellana de la Edad Media, un período histórico que siempre me ha fascinado y ha despertado mi curiosidad, y también me ha resultado muy fácil gracias a las maravillosas descripciones que nos regala el autor. La prosa de esta novela es cuidada, elaborada con un lenguaje culto y adecuado a la época en la que se desarrolla la acción . El continuo ir y venir de personajes, misterios, secretos y conjuras dota a la novela de un ritmo ágil que se incrementará en la parte final de la novela. 

Huelga decir que la religión tiene una gran importancia en esta novela, no solo por el escenario en el que esta se desarrolla, ni porque sus protagonistas sean en su mayoría clérigos sino también porque se nos muestran los dilemas y las dicotomías a las que estos personajes han de enfrentarse en el discurrir de su vida diaria. Pero no es este el único tema al que nos enfrentará el autor a lo largo de estas páginas ya que llegará un momento en el que la brutalidad machista nos abofeteará cruelmente hasta dejarnos tocados, muy tocados. De todos es sabido que en la época medieval la mujer estaba supeditada al marido, era algo normal para la sociedad de la época, pero los episodios a los que se enfrenta la protagonista femenina de esta historia hacen de sus actores unos monstruos. El abuso sexual también aparece en la novela en distintos momentos y con distintos protagonistas que quedarán marcados por este durante mucho tiempo. 

La figura de Alvar de Lara me ha gustado mucho, creo que es un personaje que está muy bien desarrollado y logra transmitir al lector todos los estados de ánimo por los que atraviesa como son el dolor, el miedo, la desconfianza, la ira y la sed de venganza. Tuvo que dejar sus orígenes por amor y ahora que ha regresado no está dispuesto a huir otra vez sino que está decidido a esclarecer los misterios que se esconden tras las piedras de los muros de la abadía. Junto a él encontramos a Mario, un joven monje al que en un principio se le asignó el bienestar del cardenal pero que acaba inmerso en los acontecimientos y ejerciendo de fiel escudero del prelado. Es un joven al que los acontecimientos hacen madurar a marchas forzadas pero no lograrán cambiar su carácter amable y su alma buena sino que le ayudarán a hacerlos más fuertes. Isabel es la protagonista femenina y en ella encontramos a una mujer con una fortaleza fuera de lo normal: ha sufrido mucho e incluso en algunos momentos ha intentado rendirse pero siempre saca determinación y fuerzas para seguir adelante. Estos tres protagonistas junto a los personajes secundarios de lujo que los acompañan reflejan el modo de vida y el pensamiento imperantes en la Edad Media española.

Fuente: contraportada

Un hombre se arrastra por el suelo árido y seco en medio de la nada; la temperatura es de más de 45 grados, un polvo rojo lo cubre todo y él sabe que no va a sobrevivir pero, aun así, hace todo lo posible para resguardarse del sol, persiguiendo la sombra que este dibuja alrededor de la lápida de "la tumba del ganadero". Horas más tarde, un helicóptero sobrevuela la zona y ve el cadáver del hombre en este inhóspito lugar. Pronto se sabe que se trata de Cameron, el mediano de los hermanos Bright, y nadie se explica cómo es posible que haya cometido la imprudencia de abandonar su vehículo en semejantes condiciones. Era un hombre de la zona y sabía bien qué era lo que tenía que hacer para no perder la vida por lo que, a falta de los resultados de la autopsia, la policía concluye que ha sido un suicidio.

Faltan pocos días para la Navidad más triste que recuerda la familia Bright; Nathan, el hermano mayor, viaja junto a su hijo Xander a la hacienda familiar y decide indagar entre las cosas de Cameron y preguntar a la gente que allí vive para intentar dar algo de luz a la oscura y más que sospechosa muerte de su hermano.

No tendremos una investigación al uso por la policía sino que será Nathan Bright quien se encargará de investigar el suceso y muchas de las cosas con las que se topa o diálogos que tiene con los demás miembros de su familia le retrotraen a hechos pasados que nos mostrarán la vida de la familia Bright, los obstáculos que ha tenido que superar Nathan para llegar al punto en el que se encuentra en ese momento. Estos recuerdos hacen de esta una novela en la que priman las intrigas familiares, ya que conoceremos hechos que pueden ser determinantes en el devenir de los días previos y posteriores a la muerte de Cameron y que conformarán un fiel reflejo de la vida en esas tierras alejadas de todo y de todos, unas tierras donde viven tan solo 65 personas y cuya "ciudad", Balamara, cuenta con una sola calle. Como suele ocurrir en los lugares como este, todo el mundo se conoce e intentan ayudarse entre ellos ya que solo se tienen a sí mismos . También es un lugar en el que el pasado está muy presente en el día a día y hay cosas que son difíciles de olvidar.

Un prólogo y treinta y nueve capítulos componen esta novela que nos será relatada por un narrador omnisciente quien nos conducirá a través de un ambiente árido, seco, asfixiante, por una tierra desértica y quemada por el sol, una extensa llanura de la que no se ve el final. Con un lenguaje sencillo, sin artificios, la autora consigue transportarnos a esa tierra antes descrita como también a la hacienda de la familia Bright, esa casa apartada rodeada de misterio, de silencios y secretos. Una ambientación fabulosa para una narración que nos mantiene en vilo en todo momento con un ritmo ágil que va en aumento según vamos avanzando en los acontecimientos.

Si hablamos de personajes no podemos más que detenernos en primer lugar en Nathan Bright. Será él quien investigue la muerte de su hermano y también será a través de sus recuerdos como conozcamos el pasado de su familia y el suyo propio y esto nos ayudará a entender algunos de los hechos a los que se enfrentan los personajes. Nathan es un hombre serio y solitario que cometió un error en el pasado por el que no se perdona aun cuando los demás ya le han otorgado su perdón. Otro de los personajes a destacar es Ilse, la esposa de Cameron. Una mochilera que, como muchos otros, llegó a estas tierras buscando trabajo y aventuras y acabó atrapada en ellas. Ella completará el relato de Nathan gracias al cual conoceremos la personalidad del difunto Cameron. Bub, el hermano pequeño, es muy introvertido, hombre de pocas palabras que sueña con dejar la zona para vivir en la ciudad. Liz, la madre de los Bright, aparece ante nosotros como una madre apenada por la pérdida del que todos dicen que es su hijo más querido pero nosotros sabremos de su fortaleza y tenacidad con las que ha sacado a sus hijos y su hacienda adelante después de enviudar. Estos personajes junto con los secundarios dotan al relato de mucho misterio, podemos palpar las palabras que quedan sin decir, suspendidas en el aire, una atmósfera densa se percibe alrededor de la casa que nos hace sospechar que muchas son las cosas que quedan por descubrir y nos mantiene totalmente en vilo hasta llegar a un final que me ha dejado con la boca abierta, no podía haber imaginado un final mejor para esta gran historia.

Fuente: Siruela

La  seguridad de la vida en la reserva india de Turtle Mountain se tambalea ya que el Gobierno quiere llevar a cabo lo que llama "emancipación", que no es otra cosa que despojar a sus habitantes de los pocos derechos que les quedan sobre las tierras. El motivo que este aduce para justificar sus planes es la creencia de que los indios han mejorado sus condiciones de vida y que tienen dinero, cosa muy lejos de la realidad, ya que son un pueblo pobre y honrado que se gana el pan a base de  mucho trabajo y esfuerzo y no están dispuestos a perder sus derechos sin luchar por ellos.

Al frente de los indios de la reserva está Thomas Wazhashk, vigilante nocturno de la fábrica de cojinetes de piedras preciosas que da trabajo a muchas mujeres de la reserva, y también miembro del Consejo de la tribu. Se pasa las noches entre rondas, descansos para fumar un cigarillo y la escritura de cartas a personas influyentes que puedan ayudarlo a frenar los planes del Gobierno.

También conoceremos a Patrice (Pixie) Paranteau, una joven de diecinueve años que trabaja en la fábrica para sacar adelante a su familia para lo que tiene que esconder el dinero que gana de la mano codiciosa de su padre que solo aparece por su casa para pedirles dinero para poder pagar su afición a la bebida. Vera, la hermana de Pixie, se fue a Minnesota con la promesa de un buen trabajo y una familia y hace tiempo que no saben de ella por lo que nuestra protagonista decide pedir unos días de permiso en la fábrica, cosa nada fácil, para poder ir a la ciudad a buscarla. Pixie tiene claro lo que quiere y no es casarse pronto y tener descendencia, ella quiere estudiar y forjarse un futuro por lo que sus amigas a veces no la comprenden. Es una chica fuerte y decidida y nos lo mostrará a lo largo de toda la novela.

La  novela se divide en capítulos de diversa extensión, todos ellos titulados pero sin numerar, en los que un narrador omnisciente nos irá relatando con un lenguaje ameno y sin demasiados artificios el devenir de la vida en la reserva india, centrándose sobre todo en los personajes de Pixie y Thomas. Los diálogos y la narración van a la par lo que dota a la lectura de un ritmo medio que nos facilitará el disfrute de las descripciones de lugares, personas y situaciones que realiza la autora.

En la novela queda reflejado el racismo que tienen que sufrir los indios en muchos momentos; su vida en la reserva aunque dura es tranquila pero en el momento en el que salen de ella notan las miradas sobre ellos, esas miradas que les hacen sentirse diferentes y en muchos casos inferiores. En la ciudad consideran a las mujeres indias como algo exótico hasta el punto de ser las estrellas de espectáculos de dudosa catadura moral. Por otro lado, en el personaje del profesor Barnes vemos la situación contraria ya que es un blanco que vive rodeado de indios y él también se siente diferente en un mundo que no es el suyo. También las tradiciones y la cultura indias se ven reflejadas en la narración que es un lienzo perfecto que refleja el modo de vida, las costumbres y la forma de pensar del pueblo indio de la época.

Encontramos un variado elenco de personajes aunque casi todos ellos actúan como secundarios acompañando a los, en mi opinión, protagonistas de la novela que no son otros que Thomas Wazhashk y Pixie Paranteau. Como comentaba más arriba, Thomas es un hombre serio y trabajador sobre el que recae la difícil tarea de representar ante las altas instancias a su pueblo para defender sus derechos. Es un trabajo arduo que casi le cuesta la vida pero se entregará a él en cuerpo y alma para intentar detener los planes del Gobierno. Por su parte, Pixie es una joven que tiene muy claro lo que quiere para su futuro; sabe que su trabajo en la fábrica es esencial para conseguir sus objetivos y no le importan las habladurías de las que es objeto en algunos momentos ya que no presta atención a sus pretendientes ni aspira a ser una madre de familia convencional. Es una chica responsable que vela por su familia y que sabe salir de algunas situaciones difíciles que se presentan ante ella. A estos dos personajes, que son los que llevan el peso de la trama, les acompañan otros que están perfilados en la justa medida para cumplir su función en la historia.

Fuente: Siruela

Ernesto Pitana, sargento de la Guardia Civil, es destinado a un pequeño pueblo de la provincia de Córdoba llamado Iznájar; este cambio de destino es provocado por un desagradable incidente del que no quiere acordarse, un castigo para recordarle que existe un reglamento y que hay que cumplirlo. Se las prometía felices en su nuevo destino ya que pensaba que iban a ser unas pequeñas vacaciones pero el día de su llegada se encuentra con un caso de ahorcamiento. Han encontrado el cadáver en un árbol en el campo y los lugareños no tienen ninguna duda de que se trata de un suicidio. A raíz de este suceso, Pitana se entera de que la zona triplica la tasa nacional de suicidios, cosa que le parece harto extraña. Cuando la viuda del último suicida encuentra una fotografía de su marido y cuatro amigos más en sus años de juventud que este había escondido, al sargento se le activan todas las alarmas y decide investigar más a fondo el supuesto suicidio.

Veintisiete capítulos acompañados de un preámbulo  y un epílogo conforman esta novela en la que un narrador omnisciente nos guiará por los campos y calles de Iznájar. Con un lenguaje sencillo, unos diálogos abundantes y agudos y unas descripciones precisas, el autor nos mostrará el extraño ambiente que se respira en el pueblo y nos irá desgranando los distintos acontecimientos que van teniendo lugar, que no son pocos, y las investigaciones que se relacionan con estos, a un ritmo constante, sin grandes altibajos, que se verá incrementado al final de la novela.

El elenco de personajes es variado y lo constituyen principalmente los integrantes del equipo de Ernesto Pitana: Palomeque, Montero, Lebrija, Mena, Cortés, Martínez y Tavares. A todos ellos el sargento, que tiene afición a ello, les ha puesto un mote basado principalmente en la primera impresión que le dieron. Así tenemos al "científico loco", la "comadrona", el "banquero", el "pescatero", el "marine", el "caballero andante" y la "gogó". Ya os podéis hacer una idea de lo diferentes que son. Todos ellos tienen un perfil bastante definido y Pitana se dará cuenta enseguida de cuál es la parte de la investigación más apropiada para cada uno. Además de ellos, Jacinta, la dueña del hostal donde se hospeda el sargento, y su hija Amparo jugarán un papel importante en la investigación ya que han vivido toda su vida en el pueblo y conocen a todo el mundo. En la sinopsis se nombra a la psicóloga Lara Campos pero, en mi opinión, la importancia de esta en la trama es escasa ya que solo aparece un par de veces y estas no son determinantes. Por último, Ernesto Pitana es un hombre indisciplinado, no respeta las normas y tampoco le gusta que le cuestionen. Es bueno en su trabajo y va siempre directo al grano, la sutileza no se cuenta entre sus virtudes aunque sí lo hace la ironía que dota a algunas de sus intervenciones de algún que otro toque de humor.

En esta novela viviremos el ambiente extraño que puebla las calles de Iznájar, sus habitantes no se fían de la gente de fuera aunque sí que dan importancia a las supersticiones; para ellos, los suicidios no son algo extraño como tampoco les parece rara la explicación de que la Mujer del Pantano incita a la gente a acabar con su vida. Poco a poco, Pitana irá desenredando la madeja, tirando de muchos hilos, hasta descubrir qué es lo que ocurre en ese recóndito lugar. Un lugar lleno de supersticiones, secretos, mentiras y misterios por resolver, un lugar donde todos saben algo y casi todos callan.