El verano de 1985 se presenta muy prometedor para Sam y Billy, amigos inseparables residentes en la pequeña localidad de Carnival Falls. A sus doce años, sueñan con sus interminables paseos en bicicleta en los que se adentran en el maravilloso bosque que se abre ante ellos y con acabar su gran proyecto: una casa en el árbol. Pero todos estos planes se verán puestos patas arriba cuando llega Miranda, una preciosa niña de su edad hija de una familia adinerada que se ha mudado a la zona alta del pueblo.  Poco a poco los dos amigos se van  ganando la confianza de la niña y lo que a principios de verano iba a ser un dúo se convertirá en poco tiempo en un trío que recorrerá las calles de Carnival Falls buscando aventuras y acabará forjando una gran amistad entre sus miembros.

Billy es un chico despierto, con una gran imaginación y una capacidad asombrosa para encontrar soluciones casi para cualquier cosa; es el gran apoyo de Sam, su perfecto complemento que le ayuda a superar su timidez y sus dudas.
La madre de Sam desapareció en un accidente de tráfico dejándolo solo en el mundo. Ahora vive con el matrimonio Carroll. Amanda y Randall Carroll tienen una granja en la que acogen a niños como Sam, niños sin familia, a los que intentan inculcarles una disciplina y unos valores de los que, de otra forma, carecerían. Pero no todos los acogidos tienen buenas intenciones, hay algunos realmente malvados de los que los demás intentan apartarse. Los ratos que Sam pasa con Billy y en casa de los Meyer, un matrimonio amigo que lo quiere como a un hijo, son su forma de evadirse del ambiente que se vive en la granja.
Miranda por su parte es una niña rica que pasa las tardes en el invernadero de su casa repasando sus estudios para su ingreso en una nueva escuela, la escuela de Carnival Falls. Recién llegada, no conoce a nadie en el pueblo y esto la preocupa hasta que conoce a los dos amigos y con ellos descubre los alrededores de su nuevo hogar y es partícipe de muchas aventuras.

En los últimos años ha habido extrañas desapariciones en los alrededores de Carnival Falls; la gente está intranquila hasta el punto de poner un límite a la entrada del bosque que ninguna persona debe traspasar. Con la intrepidez y la valentía de la adolescencia, nuestro trío cruzará esa línea, deseosos de conocer los misterios que esconde el bosque. También descubren que la mansión en la que vive Miranda esconde secretos: una red de pasadizos y habitaciones se esconde detrás de sus muros y Miranda, Sam y Billy no dudarán en recorrerlos y así, sin quererlo, se encuentran con un misterio que les resulta tan atractivo que harán cualquier cosa para resolverlo.

El  pantano de las mariposas está narrado en primera persona por uno de sus protagonistas que no es otro que Sam; aunque a priori pueda parecer que la narración será la propia de un niño de doce años, solo con leer un par de páginas nos daremos cuenta de que no es así, ya que aunque la historia esté ambientada en el 85 cuando los protagonistas eran apenas unos adolescentes que acababan de dejar la niñez, será en el 2010 cuando Sam se decida a contarla. Estructurada en cuatro partes acompañadas de un prólogo y un epílogo, esta novela engancha al lector desde el principio. El prólogo es sobrecogedor y es en él donde el autor empieza a tender las redes que conseguirán atraparnos en Carnival Falls y que nos conducirán, casi sin darnos cuenta, a un epílogo que para mí demuestra la maestría que tiene Federico a la hora de armar sus historias; un final que nos dejará con la boca abierta, totalmente asombrados, y nos hará recapacitar sobre todo lo leído y verlo con unos ojos distintos. Como una buena amiga me dijo antes de que empezara su lectura: no se os ocurra mirar la última página, ni aunque sea por encima, os fastidiará la sorpresa. Avisados quedáis.

La prosa utilizada por el autor carece de artificios, es una prosa sencilla y fluida, con un lenguaje claro y conciso, sin darle muchas vueltas a las cosas, como hacen los niños. En cuanto al ritmo de esta novela, es pausado, sin prisa pero con la cadencia precisa para que el lector quede atrapado en estas letras y no pueda dejar de leer. Es posible que a esto también contribuya la ambientación de los acontecimientos ya que seremos capaces de imaginar perfectamente los escenarios en los que se desarrollan los hechos que nos va narrando.

El pantano de las mariposas es una novela con toques de suspense, con anécdotas de la niñez, situaciones que muestran las emociones a flor de piel e incluso en algún momento ponen los pelos de punta en la que nuestros protagonistas harán gala de una amistad y un sentido de la lealtad admirables aún muchos años después de ocurridos los hechos. Una novela con un final magistral que nos hará replantearnos todo lo que hemos leído. Un aperitivo perfecto para conocer un poco más Carnival Falls antes de adentrarnos en Amnesia. Totalmente recomendable.

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