La comisaria María Ruiz, expedientada y apartada temporalmente del servicio, vuelve a Madrid donde se reencuentra con su equipo, Esteban y Martín, y también con su amigo el periodista Luna. Juntos van a tomar unas copas y comentan los sucesos ocurridos poco antes en la zona: han aparecido una serie de animales muertos, aparentemente fruto de algún extraño ritual. Pocos días después el hallazgo del cuerpo de una joven amante del arte y especialista en Goya atado en un cadalso dispara todas las alertas de la policía. María no puede obviar estos hechos y aunque está apartada de sus deberes decide investigar por su cuenta y discretamente para intentar arrojar un poco de luz en el asunto. Sus compañeros le serán de poca ayuda, se juegan el puesto, pero ella no se achanta ni  duda en meterse de lleno en la boca del lobo para descubrir la verdad.

Al comienzo de cada una de las cinco partes que conforman esta novela encontramos un capítulo titulado pero sin numerar como los restantes donde asistimos a escenas acaecidas el día de San Isidro, el 15 de mayo, que nos son presentadas por un narrador protagonista muy minucioso en sus descripciones. Al principio no sabremos bien de qué se trata pero al avanzar un poco en la lectura sabremos lo que es y aguardaremos impacientes su aparición.

La novela arranca fuerte y con un buen ritmo de la mano de un narrador omnisciente que será el encargado de adentrarnos en la historia. La corta extensión de los capítulos, la fluidez de su prosa y la rápida sucesión de acontecimientos dotan a esta lectura de un ritmo ágil que se vuelve frenético en algunos momentos. El lenguaje utilizado por la autora es sencillo pero está cuidado al milímetro lo que dota a la novela de una gran cohesión entre todas sus parte sin crear al lector la sensación de estar leyendo las cosas más de una vez.
Mención aparte merece la ambientación que rodea a este libro; los lugares que describe y que son claves para la historia y, sobre todo, la descripción de las pinturas de Goya son tan reales, tan visuales que yo que no soy aficionada a la pintura he disfrutado mucho imaginándolas primero y buscándolas para intentar ver los detalles después.

Todo el elenco de personajes que vamos a encontrar en el libro giran sobre un eje que no es otro que nuestra protagonista, María Ruiz. Es una mujer decidida, dispuesta a todo para cumplir con su deber ya no solo como policía sino también como persona, a quien no le preocupan las consecuencias de sus actos si estos la llevan a capturar al asesino. Sus compañeros también me han gustado mucho, sobre todo Luna cuyo peso en la historia es mayor que el de Martín y Esteban aunque curiosamente no he sido capaz de visualizarlo en mi mente. Eloy un chiquillo muy joven que vive en la casa en la que también vivía la víctima me ha parecido un personaje maravilloso; me ha ganado con su lealtad, su honestidad y su independencia aunque también me ha dejado con alguna duda sobre su pasado.
Unos personajes que están vivos, que tienen sus preocupaciones y sus problemas que fluirán paralelos a la investigación del caso.
Las pinturas de Goya también serán protagonistas destacadas en esta novela ya que se convertirán en la base de la trama y en el hilo del que nuestros personajes tendrán que tirar para esclarecer los extraños sucesos que ocurren en la capital.

La cara desconocida de Madrid, sus túneles subterráneos cerca del Manzanares, las casas okupas serán los cimientos en los que la autora apoyará la crítica social que sutilmente sobrevuela toda la novela. La dejadez de la clase política, la marginación y la miseria en la que viven algunas personas en un país que se supone desarrollado, la corrupción urbanística y la maldad serán algunos de los temas que aparecen de forma tangencial en la historia.

No había leído nada de la autora y cuando apenas había leído unas pocas páginas de esta novela me preguntaba cómo podía ser esto así ya que estaba embelesada con su prosa, una prosa elegante, bella y cuidada que me absorbió por completo y consiguió que me interesara en un tema por el que nunca he sentido curiosidad como es la pintura y la vida de Goya. Aunque no tienen por qué estar reñidas, lo cierto es que no es habitual encontrar este tipo de prosa en una novela de este género lo que, en mi opinión, concede aún más mérito a la autora.

El sueño de la razón es una novela con la que he disfrutado muchísimo y que me ha encantado. Una historia sólida, un progreso fluido con un ritmo ágil que no decae en ningún momento, unos personajes reales y llenos de vida y una prosa magnífica hacen de esta una novela que merece mucho la pena leer y que me ha convertido en una fan absoluta de su autora. 

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