Impresiones

Comenzar a leer este libro y sumergirte en un ambiente árido, muerto y opresivo es todo uno. Ya desde las primeras páginas nos damos cuenta de que nos enfrentamos a una lectura dura e incómoda.

Jacobo e Irene eran una familia no sé si me atrevería a decir acomodada pero no hay duda de que vivían bien. Él titulado en empresariales y especializado en estadística trabajó durante años para la Agencia Europea de Trenes; ella, aunque no había llegado a tener un contrato fijo, dejó de trabajar cuando Miriam nació. Esta idílica vida se hace pedazos cuando Jacobo es despedido, uno más de los afectados por la crisis que atraviesa el país en ese momento. Facturas impagadas, deudas y el subsidio del paro que no puede estirarse más les llevan a tomar una decisión que cambiará sus vidas para siempre: trasladarse a Portocarrero, el pueblo de la infancia de Irene.
Un viejo cortijo, heredado conjuntamente por Irene y su hermano Alberto, alejado de todo y de todos habrá de convertirse en su nuevo hogar y los amigos de la infancia de Irene los acogerán con los brazos abiertos. Jacobo no está cómodo ni en este ambiente ni con las ayudas que recibe por parte de la gente del pueblo, intenta salir adelante pero ¿cómo? si en este pueblo lo único que hay es nada. Por su parte Irene nada como pez en el agua en este ambiente, el reencuentro con sus viejos amigos es para ella el oasis en el que se relaja e intenta olvidar su desierto personal porque no solo vive en medio del desierto sino que su vida familiar se está volviendo tan árida como el más grande de ellos. Miriam echa mano de su rebeldía y sus llamadas de atención constantes no son del todo atendidas ni entendidas por sus padres; acaba haciéndose inseparable de Néstor y Carol y entra en una vorágine de fiestas, alcohol y drogas.

Nada crece sano en esta tierra enferma. Pero la verdad siempre resurge, como la mala hierba. 

Si con todo esto pensamos que las cosas no pueden ir a peor nos equivocamos de parte a parte, aunque esto ya nos lo anticipa el autor desde la primera página de la novela ya que utiliza la técnica de in medias res para ir viajando hacia delante y hacia atrás en la historia consiguiendo que el lector tenga los datos suficientes para intentar atar cabos y digo intentar porque lo intentaremos pero no llegaremos a conseguirlo, las raíces que tan acertadamente aparecen en la portada de esta novela se irán ramificando con cada dato que nos da consiguiendo así que dudemos de todos y de todo.
Como he comentado las cosas sí que pueden ir a peor, ¿qué hay peor que perder a una madre y esposa y casi perder a un padre? Pues peor es creer que estas pérdidas han sido producto de la maldad de tu propia hija; he aquí el infierno al que se tiene que enfrentar Jacobo y también nosotros que le acompañaremos en su camino por descubrir la verdad.

Un narrador omnisciente será el que nos conduzca por este desolado paraje: un desierto seco donde nada crece sano, un pueblo que es como un pequeño país en el que lo que viene de fuera es mirado con reservas y desconfianza, unas amistades y lealtades que no son del todo honestas, que esconden más de lo que muestran pero que harán piña para enfrentarse a todo aquello que amenace su supervivencia. Con una narración muy gráfica y una ambientación magnífica que te atrapa, se enrosca en el lector como si de una boa constrictor se tratará, nos va sumiendo poco a poco en un estado de ansiedad y nos genera un agobio casi claustrofóbico similar al que sufren sus protagonistas. ¿Habéis visto la película de El crimen de Puerto Hurraco? Pues si lo habéis hecho os podréis hacer una idea de lo que he sentido leyendo este libro y de la sensación de no poder escapar que ha hecho mella en mí.

 Este narrador omnisciente cederá su lugar a varios narradores protagonistas pero únicamente en capítulos aislados y diferenciados de los demás por el cambio en la tipografía. Estos no serán otros que Jacobo, Nora y Miriam quienes a modo de reflexiones nos transmitirán sus impresiones y motivaciones sobre su comportamiento.

Nos vamos a encontrar con un elenco de personajes muy variado y todos muy bien caracterizados asumiendo el papel, delineado a la perfección, que les otorga su autor. La gente del pueblo hará causa común frente a los "de fuera", es decir,  Jacobo, Miriam y Nora. Los dos primeros nos mostrarán un comportamiento contaminado por el tiempo que han pasado en el pueblo así que será Nora, prácticamente ajena a la vida cotidiana de Portocarrero y a las intrigas familiares y sociales del mismo, quien nos dará una visión más objetiva y clara de los acontecimientos de los que vamos a ser testigos.

La mala hierba es una novela muy bien escrita, con una trama bien construida, sin fisuras en la que al final todo encaja en su lugar. He de decir que precisamente el final ha sido lo que menos me ha gustado del libro, tal vez esperaba otra resolución pero esto es una mera cuestión de gustos. Una narración absorbente, un ambiente opresivo y una trama muy interesante hacen de esta una novela de lectura imprescindible para los amantes de los buenos thrillers.

Seguía creciendo a pesar de todo, como la mala hierba.